miércoles, 4 de enero de 2012

La libertad negativa y la democracia


Como se ha discutido anteriormente la libertad negativa; aquellas en el quehacer está limitado por las normas. Normas a la que los mismos ciudadanos se atan y que no permiten como se comenta en la Guerra de Galio que un país avance. Mismas que vuelven a sus ciudadanos rehenes de sus propias creaciones, del propio Estado, de su propio sueño democratizador aunado a la libertad. Libertad no es lo mismo que liberalismo. La política liberal está orientada a la defensa de la propiedad privada y el bienestar de sus propietarios por parte del Estado.
La libertad negativa es, entonces, aquello que los individuos tienen derecho a hacer y es donde la sociedad no tiene derecho a intervenir. La dimensión privada del individuo queda completamente separada de la sociedad. El individuo domina con total libertad su ámbito privado y el ámbito público queda por fuera, bajo el control de la sociedad, siendo la sociedad representada por el enorme monstruo que llamamos gobierno.
Dicha democracia incipiente en nuestro país, a los ojos del orbe, es el indicador de que el sistema funciona. Lo que se dice es que la democracia mexicana es en realidad una “mafiocracia” como le llama muy acertadamente Calderón Fernando 2011, y es precisamente esta mafiocracia la que practica el terrorismo de Estado como si se tratase de una vulgar dictadura.
Y señales de esta dictadura se encuentran inmersas en las líneas de la Guerra de Galio, cómo en el momento en que uno de los personajes señala que “en este país (refiriéndose a México) aún no se le puede decir no a un presidente de la república”. Pareciera la novela hacernos memoria en una realidad histórica de un pasado Priista en México, dónde la figura presidencial gozaba de un fuero que rozaba en lo impune. En México la tradición histórica de violencia de Estado e impunidad ha sido larga, podríamos remitirnos a la revolución mexicana o a la guerra cristera, o la guerra sucia de la década de los setentas y ochentas cuando el Estado exterminó a las organizaciones guerrilleras violando libertades en pro de mantener vivo el régimen político.
Si algún día los crímenes de la actual guerra contra el narcotráfico son debidamente investigados y sancionados, no se podrá poner en duda que la estrategia de guerra implementada por el gobierno condujo a la barbarie. Deberán señalarse como máximos responsables a los que colaboraron en la guerra. Y deberá reformarse la ley para que otros actores y cómplices, como los medios de comunicación, no se puedan lavar las manos por haber encubierto ante la opinión pública la criminalidad del Estado.

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